Durante décadas, el rostro fue el epicentro de la conversación en torno a la belleza. Pero en los últimos años, el cuerpo ha tomado su lugar como protagonista de nuevas narrativas. Y con ello, el body care ha dejado de ser una rutina funcional para convertirse en un espacio simbólico, emocional y profundamente cultural.
“El body care se ha convertido en un termómetro cultural. Nos habla de cuánto hemos avanzado en la comprensión del cuerpo, del deseo y del bienestar integral”, afirma nuestro Business Development Director Executive en another, Germán Romero.
Ya no se trata solo de hidratar la piel o perfumar ciertas zonas: se trata de explorar el cuerpo como un territorio de identidad, intimidad y expresión.
Del cuerpo oculto al cuerpo consciente
La revolución del body care está redefiniendo cómo habitamos el cuerpo. Desde los ingredientes “de grado facial” para zonas tradicionalmente ignoradas, hasta la aparición de productos que celebran el placer y el autocuidado sin tabúes, la belleza ya no se limita a lo visible.
Según Cosmetics Business, el 50% de los consumidores hoy prioriza marcas con enfoque inclusivo, mientras que el 31% evita aquellas que no los representan. No se trata solo de diversidad visual: la representación debe ser participativa, auténtica y accionable.
“La inclusión real no se mide por la cantidad de tallas que aparecen en una pasarela, sino por la capacidad de las marcas para escuchar, adaptarse y evolucionar con sus audiencias”, señala Romero.
El cuidado corporal como discurso
Hoy, el cuidado del cuerpo se entrelaza con temas como la salud mental, la autoestima, el deseo, la autonomía y la representación. Las marcas que logran leer ese contexto y traducirlo en productos, mensajes y experiencias con sentido están construyendo mucho más que lealtad: están construyendo legitimidad cultural.
“Las marcas que se anclan en un discurso estático quedan fuera del juego. La belleza hoy exige matices, humor, sensibilidad, ciencia, autenticidad y, sobre todo, escucha activa”, apunta nuestro experto.
Belleza como vínculo emocional, no aspiracional
En lugar de promover estándares inalcanzables, muchas marcas están empezando a entender que el cuerpo no necesita aprobación, sino cuidado sin juicio. El lenguaje ha cambiado. También lo han hecho los formatos, los canales y los protagonistas.
La belleza se vuelve plural cuando el body care incluye a quienes históricamente han estado fuera del marco publicitario: personas con discapacidades, pieles diversas, cuerpos no normativos, edades invisibilizadas. Todo esto exige marcas valientes, pero también marcas atentas.
Del ritual privado a la expresión pública
“El cuidado corporal ha dejado de ser una rutina privada para convertirse en un espacio público de expresión, identidad y poder. Quienes entiendan esto, no solo venderán más: construirán marcas memorables”, concluye Romero.
Desde another, acompañamos a las marcas que entienden que el body care no es solo un mercado: es una conversación cultural en evolución. Y en esa conversación, cada producto, cada campaña y cada decisión importa.