Veamos la siguiente situación: después de años de intentar crear tu propio negocio por fin lo lograste. Tienes todo: la inversión, el producto, la distribución, tu e-commerce… Pero te falta una cosa muy importante: la marca. Suena simple, ¿no? Sólo debes inventar un nombre catchy y ya tienes varias ideas que se relacionan con tu vida, o el acrónimo del primer apellido de tus tres socios y del tuyo, o el nombre de la nana de tu infancia… Bueno, ideas te sobran, es lo de menos, ¿verdad? En otro momento platicaremos sobre naming y el valor que otorga a una marca.
¡Ah! Pero te falta el logotipo y la gama cromática… ¡Fácil! Sólo es cosa de buscar en Google una tabla de asociación de colores con sentimientos y listo: rojo con pasión, azul con tranquilidad, negro con elegante…
No queremos ser aguafiestas, pero crear una marca implica mucho más. Un buen branding va más allá de sólo tener logotipo y nombre comercial. También puede ser que tú ya tengas una marca pero requieras renovarla o estructurarla, pues tal vez no refleja lo que en realidad eres, lo que haces, tus valores y tus metas.
Si te identificaste con estos panoramas, te urge una estrategia de marca: de ella y de su importancia hablaremos en este artículo.
Empecemos definiendo qué es branding...
Por definición, branding es una identidad de marca viva, la cual debe ser multifuncional, reflejar el espíritu de una comunidad, crear cohesión y establecer una idea dentro de la mente de las personas. Así mismo, debe atraer negocios e inversión y fomentar buena actividad económica, permitiendo a sus consumidores o clientes identificarse con ella de manera más dinámica y personal.
¿Por qué necesitas una estrategia de marca?
Una estrategia de marca o branding va más allá de logos, colores y tipografías. De entrada, se trata de un plan a largo plazo con el fin de alcanzar objetivos específicos como, por ejemplo, posicionamiento, reputación o engagement. O sea, no es simplemente un “requisito” para salir a la venta. El valor de tu marca no debe centrarse en el presente o en el “invéntate algo, hay que salir del paso y comenzar a vender ¡ya, ya, ya!”, sino que debes pensar en lo que funcionará y va a impactar a lo largo de su vida (¡que esperamos sea muy larga!).
Un branding sólido se basa en la idea de que una marca es más que un nombre, un sitio web, un logotipo o un producto. De hecho, es un conjunto de valores intangibles que puedes representar a través de varias maneras, algunas de ellas son el logotipo o identidad corporativa, gama cromática, la tipografía, etc., pero no son todas: detrás de una buena marca hay storytelling estratégico, sentimientos, y sensaciones, y todos ellos deben reflejar y definir lo que es tu marca. Así que antes de pensar en el branding, tienes que definir los objetivos y oferta de valor de ésta, así como los valores y ADN de los productos o servicios que ofrecerás a tus clientes. ¿Ya los sabes? Son de suma importancia, porque será lo que te distinguirá de tus competidores. Generar beneficios y dinero es algo que todas las marcas persiguen, pero ¿tú qué vas a aportar a tus consumidores?